Televisa y TV Azteca, los gigantes de la televisión mexicana, enfrentan una grave crisis económica y reputacional, mientras sus líderes, Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, lidian con problemas financieros y legales. La pérdida de audiencias, ingresos publicitarios, y la competencia de plataformas digitales han debilitado a ambas empresas, afectando sus operaciones y relevancia en la industria.
Azcárraga y Salinas han intentado adaptarse al mundo digital, pero las estrategias no han logrado detener la caída de ingresos. En el caso de Televisa, su fusión con Univisión fue una de las acciones más importantes para intentar rescatar su posición; sin embargo, los resultados financieros aún muestran un deterioro progresivo. Por otro lado, TV Azteca está en medio de conflictos legales, principalmente relacionados con su deuda y litigios que complican aún más su situación.
Las nuevas generaciones han migrado en masa hacia el consumo de contenidos en línea, dejando a las televisoras tradicionales en desventaja frente a plataformas como Netflix, YouTube, y redes sociales. Este cambio de paradigma ha hecho que los ingresos por publicidad de ambas televisoras disminuyan notablemente, y las audiencias de sus programas emblemáticos han perdido el impacto que tenían en décadas anteriores.
Los desafíos también son políticos, ya que la relación de ambas empresas con el poder ha sido cuestionada en varias ocasiones. La percepción pública respecto a su cercanía con ciertos gobiernos y actores políticos ha contribuido a que ambas televisoras se enfrenten a críticas sobre su imparcialidad y ética.
Televisa y TV Azteca, que alguna vez dominaron la televisión mexicana y se consolidaron como referentes de entretenimiento, atraviesan un momento de declive. Esto representa no solo una crisis empresarial, sino también un cambio significativo en el consumo cultural y mediático en México, donde la televisión tradicional está dejando de ser el medio principal.