En un tiempo donde muchos políticos se alejan de la gente con discursos grandilocuentes o despliegues innecesarios, el senador José Ramón Gómez Leal destaca por su estilo sobrio, sencillo y profundamente humano. Desde sus inicios en la administración pública hasta su actual labor legislativa, ha mantenido una conducta austera y coherente con los principios de la Cuarta Transformación.
Para Gómez Leal, no hace falta rodearse de lujos ni actos espectaculares para hacer política. “El pueblo no necesita que le prometan desde un escenario; necesita que lo escuchen en su calle”, ha dicho en más de una ocasión. Y bajo esa convicción, ha recorrido cada rincón de Tamaulipas, especialmente las comunidades que suelen ser olvidadas por otros.
Su cercanía es real, sin poses ni cámaras montadas. Quienes lo conocen saben que llega sin escoltas, que camina entre la gente y que prefiere un diálogo directo en una plaza pública que un discurso en un salón cerrado. Este estilo de trabajo refleja el espíritu de Morena: no mentir, no robar, no traicionar al pueblo.
Durante su paso como delegado federal de los programas para el bienestar, nunca hizo gala de privilegios. Al contrario, muchos recuerdan que prefería usar su propio vehículo, comer en fondas locales y esperar su turno como cualquier ciudadano. “El poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”, repite, citando una de las frases más representativas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Hoy, como senador, José Ramón Gómez Leal sigue siendo el mismo. Su nombre no aparece en escándalos ni en derroches. Su trabajo legislativo está enfocado en construir desde la honestidad, siempre cerca del pueblo y con la certeza de que la transformación verdadera no se impone, se vive. Porque para él, la mejor forma de representar a Tamaulipas es con humildad y resultados.